¿Cuál es tu gran tema? por Peter Bregman

Rosh Hashaná es el año nuevo judío, el momento en que pensamos en nuestro año pasado y planeamos el siguiente. ¿Qué quiero repetir? ¿Qué quiero hacer diferente?
Normalmente empiezo con todo lo que quiero hacer diferente. Y la lista es larga.
Como demasiado — mucho más allá de mi punto de estar lleno — y termino casi cada comida incómodo. Me siento disperso en el día, enfocándome en demasiadas cosas a la vez, cambiando rápido de una a otra. Reacciono demasiado seguido a lo que tengo enfrente en vez de tomar decisiones estratégicas sobre dónde gastar mi tiempo. Trato muchas de mis relaciones más como transacciones que como conexiones profundas, valorando a la gente por lo que hacen por mí más que por quienes son. De hecho, me trato a mí mismo de esa manera también, valorándome más por mi desempeño que por mi existencia. Mi escritura se ha sentido más apurada últimamente: produzco más y disfruto menos. No voy a aburrirte con el resto, pero te aseguro que hay más.
Normalmente haría lo que solemos hacer en el mundo de los negocios: armar una larga lista de cosas para corregir estos problemas, una serie de planes de acción para mejorar mi desempeño en cada área. Aprendería sobre nuevas dietas, me diría a mí mismo que dejara de hacer multitasking, crearía un plan para mejorar cada una de mis relaciones, reservaría más tiempo para escribir, y así.
Pero acá está el problema con los planes de acción: son abrumadores y desconectados. Al final tendría diez planes distintos para diez cosas distintas que quiero cambiar, y avanzaría poco en cada una. Es demasiado — muy difícil de ejecutar y demasiado fácil de abandonar.
Cuando miré mi lista este año, decidí encararla distinto.
Primero, respiré hondo y me di cuenta de que estaba descuidando lo que sí había salido bien.
Este año no fue fácil pero, gracias a Dios, fue bueno. Recientemente junté feedback de mis clientes CEOs y está claro que sienten que el valor que agrego justifica los honorarios que pagan. Mi libro 18 Minutes fue publicado y se está vendiendo bien. Mi salud parece estar bien, y estoy disfrutando el tiempo con Eleanor y nuestros hijos y, lo que es igual de importante, ellos parecen estar disfrutando el tiempo conmigo. Al apreciar cuán afortunado soy, me relajé.
Entonces, impulsado por una sensación de logro, miré mi lista de cosas a cambiar desde una perspectiva más amplia, preguntándome:
¿De qué se trata realmente esto?
Ahí noté el tema: me estoy moviendo demasiado rápido.
Me di cuenta de que perseguir un plan de acción individual para cada cosa que quería arreglar solo iba a empeorar el problema. Necesitaba reducir la complejidad, no sumarle.
Así que llegué a una sola idea — un “gran tema” para el año que viene — que impactaría positivamente en todo lo que quería cambiar.
¿Mi tema?
Bajar la velocidad.
Pensé que si me enfocaba solo en eso, todo lo demás iba a mejorar.
Y, hasta ahora, así fue. Cuando empecé a comer más despacio, mis comidas pasaron sin esfuerzo de tres platos a uno, y estoy disfrutando más la comida. Una vez que empecé a bajar la velocidad en mis conversaciones, me encontré escuchando más, hablando menos, cuidando más profundamente y disfrutando más plenamente de cada persona.
Y lo que pensé que iba a ser un problema terminó siendo algo positivo: bajar la velocidad significó que no puedo hacer tanto. Lo cual me obligó a tomar decisiones estratégicas sobre en qué gastar mi tiempo y qué ignorar. Estoy siendo más reflexivo, menos disperso, y disfrutando más plenamente de mi trabajo. Contra lo que uno podría pensar, soy más productivo.
Lo bueno de un solo tema es que es fácil de implementar, simple de recordar, alcanzable y sostenible. Es solo una cosa.
Entonces, ¿cuál es tu única cosa? Después de pensar en lo mejor de quién sos y lo que hiciste, armá la lista de cosas que querés cambiar. Después, mirala hasta que te revele la única cosa que tendría el mayor impacto. Tal vez, para vos, sea ser más agresivo. O menos. Tal vez sea bajar la velocidad o acelerarla o hablar más o ser más amable con vos mismo y con los demás. Si no estás seguro, probá algo por unas semanas y fijate qué cambia.
Si te estás preparando para evaluaciones de desempeño, buscá también esa única cosa. Vas a ver una mejora mayor en vos y en tus empleados si lográs atravesar el ruido.
Después, cada mañana y en varios momentos del día, recordate tu única cosa. No vas a necesitar ponerla como protector de pantalla o escribirla en un post-it y pegarla en tu espejo en casa. Es solo una cosa. Rápidamente se volverá natural a medida que los resultados refuercen tu compromiso.
En el calendario judío, Rosh Hashaná es seguido por Yom Kipur, el día de la expiación, cuando los judíos observantes piden perdón por los pecados del año pasado y se vuelven a comprometer a mejorar en el siguiente. Mi compromiso es bajar la velocidad y tratar cada tarea, cada persona con toda mi atención. Y eso, estoy seguro, significará que tendré menos pecados, o al menos diferentes, para expiar el año que viene.
— Peter Bregman
Para masticar...
¿Cuál es tu gran tema?
Sistemas vs Objetivos.