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Cuando la suerte te encuentra

Cuando la suerte te encuentra

Hace un par de meses empecé a sentir una ansiedad que antes no tenía en mi proceso creativo...

Estaba todo el tiempo preocupado por no avanzar con algunas cosas, con la sensación constante de estar lejos del rumbo que me había trazado. Ese rumbo era un objetivo que me había inventado: escribir un libro.

Hay algo curioso que pasa cuando uno decide que tiene que escribir un libro. Como si se activara una química cerebral nueva, que no estaba ahí segundos antes. Invitás a La Bestia: aparecen los miedos y frustraciones. Pasan dos días sin escribir y ya dudás de si vas a poder con la tarea titánica que vos mismo te pusiste.

La verdad es que sí, me encantaría escribir un libro. Y sí, tengo intenciones de hacerlo. Pero creo que las razones por las que me puse esa meta no eran las correctas. No hay que escribir un libro porque hay que escribir un libro.

Por esas casualidades de la vida, justo en ese momento me dio por sumergirme en el mundo de Scott Adams, el creador de Dilbert. Algunos bocados recientes surgieron de ahí. Y fue una charla suya en una universidad la que me hizo parar la pelota y repensar mi proceso creativo. Y también, cómo uso los objetivos en mi vida.

En esa charla compartía una idea que desarrolla en su libro How to Fail at Almost Everything and Still Win Big. Yo ya conocía el concepto, pero lo asociaba a otra persona. Recién ahora me enteré de que el origen fue suyo.

Sistemas vs. Objetivos

Según Scott, “un sistema es el conjunto de cosas que hacés regularmente, que te vuelven más valioso con el tiempo, y que aumentan tus chances de que te pasen cosas buenas”.

Perder 20 kilos es un objetivo.
Caminar a diario y reducir las harinas es un sistema.

Cuando pensás en términos de objetivo, capaz usás toda tu fuerza de voluntad para aguantar unos meses comiendo poco, yendo al gimnasio aunque lo odies, y viviendo pendiente de la balanza. Todo gira en torno a “llegar”. Y cuando finalmente ves los 20 kilos menos, pensás: “Llegué”. ¿Y ahora?

A la semana te estás comiendo dos hamburguesas con una botella de vino para celebrar… y en un abrir y cerrar de ojos, recuperaste los 20 kilos.

Pensar en términos de sistema es distinto. Es algo así como: “Si hago X todos los días, eventualmente va a pasar Y”.

En este caso: “Si hago ejercicio a diario y como menos calorías de las que quemo, eventualmente voy a bajar de peso”.

Tu atención ya no está puesta en ese futuro ideal, sino en lo que hacés hoy. En formar el hábito. “Hoy entrené y comí liviano. Hoy también”. Si el sistema funciona, el objetivo va a llegar solo. Y además, el estilo de vida que creaste te va a sostener para que no vuelvan esos 20 kilos.

Los sistemas te invitan a pensar en el largo plazo. Eso te permite bajar la intensidad sin abandonar. Es como invertir 10 dólares todos los meses en vez de poner 10.000 una sola vez. Es más efectivo caminar 10 minutos todos los días de tu vida que matarte en el gimnasio una vez cada cinco años.

Y ahí me cayó la ficha: había cambiado mi sistema por un objetivo. Y ese fue el error que me llevó a los últimos bajones.

¿Para qué forzarme a escribir un libro para tal fecha?

¿No será mejor concentrarme en escribir todos los días y dejar que pase lo que tenga que pasar?

Esa pregunta revela otro beneficio de los sistemas: la sorpresa.

“El éxito no es magia; generalmente es el producto de elegir un buen sistema y seguirlo hasta que la suerte te encuentre”.

— Scott Adams

El futuro es impredecible. No sabemos qué oportunidades pueden surgir a partir de lo que hagamos a diario. Cuando definimos un objetivo fijo con un plan perfecto, corremos el riesgo de ver solo lo que está en línea recta hacia ese objetivo, y perdernos otras puertas que se abren en el camino. Como las anteojeras que les ponen a los caballos para que no miren para los costados.

Si yo me concentro en escribir a diario, publicar regularmente, grabar un video por semana y cuidar mi energía (durmiendo bien, comiendo sano, moviéndome), van a surgir cosas que hoy no puedo anticipar.

Leer a diario me llevará a conocer más, escribir todos los días me volverá un comunicador más efectivo y me ayudará a desarrollar nuevas ideas. Grabando videos mejoraré mi capacidad de presentación y aprenderé sobre edición audiovisual.

Mi sistema hará que me vuelva más valioso con el tiempo.

Publicando seguido, eventualmente crecerá mi audiencia. Y quién sabe, quizás alguien me lea y me acerque oportunidades que hoy ni imagino, como pasó hace poco cuando me contactaron de ruby.uy para dar una charla a fines de agosto. Eso es justamente lo que Adams llama “que la suerte te encuentre”.

Quizás escribiendo todos los días descubra ideas que hoy ni se me ocurren… y ahí sí, quizás, aparezca un libro. Y claro, si en algún momento se alinea todo, va a tener sentido definirlo como objetivo del momento. Pero las razones tienen que estar bien fundamentadas. Se tiene que sentir como el momento justo.

Mientras tanto, mi foco va a estar en el día a día. En definir un sistema que me entusiasme, y confiar en que si lo sigo, la suerte me va a encontrar.

Para masticar...

¿Cuál es tu sistema?

El sistema te mueve. La flecha te orienta...