4 min read

El antídoto contra el miedo, por Simon Sinek

El antídoto contra el miedo, por Simon Sinek
Simon Sinek, autor de Leaders Eat Last.
Fragmento traducido de una entrevista a Simon Sinek en el podcast Modern Wisdom. Podés ver la entrevista completa en su idioma original acá.
Entrevistador: ¿Qué le dirías a alguien que se siente paralizado por el miedo de seguir adelante? No confía en sus decisiones. No sabe si las cosas van a salir bien y tiene miedo de comprometerse. No tiene ese nivel de convicción que necesita para realmente empezar a tomar acción.

Andá a ayudar a alguien más que esté paralizado con el mismo miedo. No te preocupes por vos. Solo andá y ayudá a alguien que esté luchando con lo mismo o algo parecido.

Y no me refiero a crear un círculo de víctimas que se retroalimenta, ¿sabés? Eso no es lo que quiero decir. No confundas ayudar a alguien con reforzar algo solo para sentirte mejor con vos mismo. Hacemos eso todo el tiempo, ¿verdad? Creamos estas pequeñas cámaras de eco donde todos nos hacemos sentir mejor reforzándonos: “Sí, que se joda el mundo. Nos hicieron esto. Sí, a mí también me lo hicieron”. ¿Verdad? No, no, no. No hablo de eso.

Me refiero a que genuinamente trates de ayudar a alguien a salir de estar atascado.

Y la manera más fácil de hacerlo —aunque también es muy difícil— es hacer saber que estás luchando. No para que alguien te ayude, sino para crear un espacio donde alguien pueda decir: “Yo también”. Porque todos están mintiendo, escondiéndose y fingiendo, ¿verdad?

Es la lección más grande que aprendí en mi carrera. Cuando era joven, fingía que tenía más control, más éxito, que era más feliz de lo que en realidad me sentía. Nunca necesitaba ayuda. Estaba bien. Tenía todas las respuestas. Y si no las tenía, definitivamente pretendía que sí.

Nadie me ayudó. ¿Por qué? Porque no la pedí. No la necesitaba. Y estaba proyectando que lo tenía todo bajo control… hasta que llegué a un punto en el que estaba luchando tanto que me rendí y tuve que admitirlo porque no tenía otra opción.

Y en el momento en que alguien me dijo: “¿Cómo estás?” y yo respondí: “Ha sido un mes difícil”, resultó que estaba rodeado de gente que quería ayudarme. Solo que no sabían que lo necesitaba.

También estaba rodeado de gente que necesitaba ayuda, pero estaban demasiado avergonzados para decirlo, porque cuando uno está “en la cima del mundo”… Esto lo ves en el liderazgo todo el tiempo.

Los líderes cometen este error en momentos realmente difíciles: llegan al trabajo con una cara valiente. “Todo está bien, todo está genial”. Y eso es positividad tóxica. No lo hacen por malas razones; lo hacen por buenas razones. Creen que necesitan poner una cara positiva para mantener a todos arriba.

Pero si es un momento difícil, lo que logran es que la gente se sienta peor. Porque ven a su jefe y piensan: “Dios, está tan tranquilo en medio de este estrés… yo ni siquiera puedo dormir. ¿Qué me pasa? Soy un perdedor”.

En cambio, cuando un jefe llega y dice: “Gente, esto es lo más difícil que me tocó enfrentar en el trabajo. No sé cómo superarlo. Estoy estresado y preocupado. Pero ¿saben qué? Tenemos un equipo increíble. Sé que si nos mantenemos unidos y nos cuidamos, vamos a salir adelante, y eso me da confianza”. Todos piensan: “Ah, sí, yo también estoy estresado”.

La responsabilidad del líder es crear un espacio seguro. Tener el valor de decir: “Estoy luchando” —no para buscar ayuda ni simpatía—, sino para que alguien a tu alrededor pueda decir: “Yo también” y vos puedas ofrecer tu ayuda.

Eso es ser un líder. Te llamamos líder no porque estés a cargo, sino porque fuiste primero. Porque tuviste el valor de ir primero. Estás marcando el camino. Literalmente.

Y si realmente estás luchando, no tenés que decirlo públicamente ni en redes sociales. Podés hacerlo con un amigo. De hecho, diría que requiere más valor hacerlo con un amigo.

Ves gente publicando mensajes en redes sociales, solos en su cuarto, hablándole a un dispositivo: “Esto es lo que me está pasando”. No sé cuántas tomas hicieron hasta que salió perfecto, lo cual ya es extraño. Porque es fácil hablarte a vos mismo y después subirlo para recibir afirmaciones en línea.

Pero tener esa misma conversación en persona, mirándole a alguien a los ojos, y decir lo mismo que le dijiste a tu teléfono estando solo… eso es extremadamente difícil. Porque esa es vulnerabilidad real.

Por eso desafío a cualquiera a tener el valor de decirle a un amigo: “Estoy atascado. Estoy confundido. Estoy perdido. No sé qué quiero hacer”.

Y si empiezan a querer “arreglarte”, decí: “No necesito que me arregles. Solo necesito que me escuches”.

Te garantizo que, ya sea esa persona o alguien más, alguien dirá: “Yo también”.

Y ahí tenés un proyecto. Una oportunidad de servir: “¿Por qué no atravesamos esto juntos? Dejame apoyarte y ayudarte a superarlo para encontrar lo que buscás”.

Te vas a encontrar leyendo libros, escuchando podcasts, buscando artículos… no para vos, sino para alguien más. Y eso es lo más satisfactorio que podés hacer: un acto de servicio.

— Simon Sinek

Para masticar...

¿Sos de pedir ayuda?

Video relacionado.