Parálisis del Sofá, por Scott Adams

Parálisis del Sofá, por Scott Adams
Fragmento traducido del libro Loserthink, por Scott Adams.

Estoy entrenado en hipnosis, y esa experiencia ha cambiado completamente mi forma de ver el mundo...

Como hipnotizador, recableás las mentes de las personas en tiempo real, como si fueran lo que llamo “robots húmedos”. Si nunca presenciaste personalmente cómo se reconfigura una mente, te resultaría difícil abandonar cualquier noción romántica que puedas tener sobre los humanos como almas independientes con libre albedrío. Para nuestros propósitos acá, no voy a entrar en toda la filosofía del asunto; simplemente sugiero que entender cómo piensan los hipnotizadores sobre la programabilidad del cerebro humano puede ser útil en diversos contextos. No necesitás “creer que la hipnosis es real” para aprovechar el estilo de pensamiento que surge de esa práctica. Simplemente probá el método que describo a continuación y comprobá por vos mismo si te da buenos resultados.

Las personas perezosas y los fumadores de marihuana tienen un término que describe cómo se siente cuando no pueden motivarse para levantarse del sofá. Lo llaman “parálisis del sofá”. Tu cuerpo presumiblemente es capaz de levantarse del sofá, y quizás querés hacerlo, pero te falta la motivación específica. Se siente como si estuvieras atrapado en tu propio cuerpo perezoso.

No tenés que fumar marihuana para experimentar la parálisis del sofá. Todos vivimos momentos en los que queríamos levantarnos y hacer algo útil pero no podíamos convencernos de hacerlo. Puede suceder cuando estás cansado, desmotivado, tímido, ansioso o incluso deprimido. Tu cuerpo se queda ahí como una bolsa de papas mientras tu cerebro indefenso piensa que levantarse y hacer algo sería buena idea. Por alguna razón misteriosa, tu cerebro no puede dar la orden a tu cuerpo para que se levante del sofá. Puede que sepas que necesitás hacer una llamada o tomar un curso para avanzar en tus ambiciones de vida, pero por alguna razón no lo hacés. Tal vez creés saber por qué, y tal vez no. Pero el resultado neto es que tu cerebro no puede forzar a tu cuerpo a hacer las cosas simples que sabés que necesitás hacer para mejorar tu situación. A efectos prácticos, estás encerrado en una prisión mental de tu propia creación.

Incluso si no tenés un problema relacionado con el sofá, podrías sentirte paralizado en áreas importantes de tu vida. ¿Estás pensando en cambiar de trabajo, solicitar ingreso a un posgrado, mudarte a un lugar mejor, aprender una nueva habilidad o mejorar tu vida amorosa? Tu primer paso es descubrir cómo curar tu propio impulso hacia la inacción.

El secreto para vencer la parálisis del sofá de cualquier tipo es dejar de imaginar todo lo que necesitás hacer, y empezar a imaginar el paso más pequeño que podés dar sin mucho esfuerzo real. Si sentís que no podés convencerte de ponerte de pie y hacer algo que necesita hacerse, convencete de mover tu dedo meñique. Luego movelo.

Recibí un bocado cada miércoles en tu correo.

Suscribite

Al mover tu meñique, recuperarás inmediatamente la sensación de control sobre tu cuerpo que había desaparecido temporalmente. Mover tu dedo meñique es fácil sin importar cuán fumado, cansado, deprimido o desmotivado estés. Hacé lo que puedas hacer, no lo que no podés. Luego construí sobre ese impulso.

Lo que aprenderás rápidamente es que mover tu dedo meñique hace que sea fácil mover los otros dedos. Luego podés mover fácilmente tu mano, tu brazo y el resto de tu cuerpo. Estarás fuera del sofá en unos diez segundos.

Un enfoque similar funciona para esas cosas grandes que necesitás hacer en la vida y que no podés convencerte de hacer. Identificá el paso más pequeño que podés dar y luego hacelo. Después dá el siguiente micropaso. Dejá de pensar en todo el proyecto que tenés en mente, ya que eso te va a abrumar y te va a dejar paralizado. Simplemente hacé lo que puedas hacer fácilmente, y observá qué tan rápido esa acción facilita la siguiente acción.

A veces experimento “parálisis telefónica”. Eso sucede cuando sé que necesito llamar a alguien pero no puedo obligarme a tomar el teléfono y hacerlo. Me doy una excusa tras otra sobre por qué está bien no actuar ahora mismo. La solución es hacer lo que puedas hacer, que podría incluir escribir una lista de tareas pendientes con ese ítem en la parte superior. O tal vez necesitás encontrar primero el número de teléfono, así que hacé esa parte y date permiso de detenerte ahí. Cuando tu cerebro está experimentando cualquier tipo de situación de parálisis, identificá el primer micropaso en tu camino deseado que sea lo suficientemente simple como para estar dispuesto a hacerlo. Aunque ese micropaso no sea más que mover un dedo meñique.

En 1988, decidí cambiar de rumbo desde mi estancada carrera corporativa para convertirme en caricaturista. Pero ¿cómo te volvés caricaturista? ¿Dónde empezás? ¿Qué hacés primero? No tenía idea. La enormidad del desafío era un enorme obstáculo mental. Así que hice la tarea más pequeña que pude convencerme de hacer. Manejé hasta la tienda local de materiales de arte y compré algunas lapiceras y papel de alta calidad para dibujar. Eso fue todo lo que hice ese día para comenzar a trabajar en mi objetivo profesional a largo plazo.

Más tarde esa semana, me senté con mis lapiceras y papel y empecé a hacer garabatos, principalmente para probar la calidad de los materiales y ver cuánto me gustaban. Y eso fue todo lo que hice ese día.

Decidí poner mi despertador media hora antes de lo normal a partir de ese día para tener tiempo de dibujar algunas tiras cómicas, para practicar, y tomar café antes del trabajo. Ese se convirtió en mi ritual matutino. Cada paso era diminuto, pero se sumaban. Para 1989, había ensamblado suficientes micropasos para llegar exactamente donde quería estar. Ese año, Dilbert comenzó a aparecer en periódicos de todo el país.

Mirando hacia atrás, veo que la cantidad de esfuerzo que puse en convertirme en caricaturista fue enorme. Pero en cualquier día en particular, el esfuerzo era bastante manejable. Y así es como funciona la vida en muchos ámbitos. Damos micropasos continuos que se suman en cosas grandes con el tiempo.

Acabo de liberarte de la parálisis del sofá. Pero no lo vas a saber hasta la primera vez que recuerdes este capítulo y te encuentres moviendo tu meñique para comenzar algo que necesitás hacer.

El “pensamiento perdedor” implica imaginar toda la tarea por delante y dejar que te paralice hacia la inacción. Lo opuesto al “pensamiento perdedor” es dividir una gran tarea en el paso más pequeño que estás dispuesto a hacer ahora mismo. Luego construís a partir de ahí, una pequeña tarea a la vez.

Aprendé a pensar en micropasos. Si estás experimentando parálisis del sofá, intentá mover un dedo. Luego construí a partir de ahí.

Los hipnotizadores y los emprendedores tienen estilos de pensamiento superpuestos cuando se trata de motivarse para actuar. Cuando los emprendedores no saben cómo ir del punto A al punto B, dan el paso más pequeño disponible en esa dirección, y luego ven si pueden descifrar el siguiente desde ese nuevo punto de partida. Los hipnotizadores que ven a los humanos como entidades programables entienden que tienen que comenzar con pequeñas sugerencias, como “Tus párpados se sienten más pesados” para poder llegar a acciones más grandes como “Tu brazo es tan liviano que va a comenzar a flotar”. Cuando el hipnotizador tiene éxito con las sugerencias más pequeñas, prepara al sujeto para ser receptivo a sugerencias más grandes como cambios de estilo de vida o superar una fobia.

Cuando movés tu meñique para escapar de la parálisis del sofá, estás actuando tanto como el hipnotizador como el sujeto, y rápidamente te das cuenta de que las pequeñas sugerencias a vos mismo te preparan para tomar acciones más grandes, y sucede casi inmediatamente.

— Scott Adams

Para masticar...

¿Qué "sofá" te está reteniendo ahora mismo en tu vida? ¿Y cuál sería tu "dedo meñique" para empezar a moverte?

Complementalo con: Achicá el dragón.

Otros bocados de Scott Adams:

5 Minutos Por Semana Que Podrían Cambiar Tu Vida

Suscribite gratis a Para masticar. Todos los miércoles vas a recibir un bocado breve, pensado para darte un respiro en medio de la semana. Apenas unos minutos que pueden darte claridad y energía para seguir avanzando.

Tu información está protegida y nunca envío spam.

Newsletter Preview