Lo que me enseñó el skate sobre el miedo a actuar

Recibí un bocado cada miércoles en tu correo.
Por tercera vez en mi vida, retomé el skate.
Pero por primera vez, noté algo distinto...
Mi anterior regreso a las pistas había sido en 2021, cuando la pandemia nos inyectó ese deseo de recuperar el tiempo perdido. De hacer lo que fuese necesario como para sentir que estábamos vivos.
En ese entonces, todavía no existían estos bocados. Nada del mundo que hoy llamamos Para masticar.
Eso significa que La Bestia aún no tenía nombre. Ese animal emocional que todos llevamos dentro, que nos vuelve presos de las emociones del momento.
Y fue a ella a quien avisté como nunca antes mientras patinaba.
Ayer, en los primeros veinte minutos de la sesión, la debo haber visto una decena de veces...
El miedo a saltar.
La desconfianza en mis pies, en si podrían hacer lo suyo.
Las imágenes catastróficas en mi mente, anticipando una caída dolorosa... incluso estando quieto.
Siendo alguien cuidadoso, este deporte despierta a mi Bestia como pocas cosas lo hacen.
Y noté algo más...
Algo que ya había descubierto en las pistas de tenis, y que se tradujo a la perfección en esta disciplina.
Tenemos algo así como una memoria corporal. Un accionar intuitivo. Tim Gallwey describió esto como dos “personas” que llevamos dentro: Self 1 y Self 2.
Self 1 es quien quiere controlarlo todo. Ese opinólogo mental que no para de pensar, analizar y dar instrucciones.
Es La Bestia.
Self 2 es nuestro cuerpo. Nuestra versión más automática. El que ejecuta y que muchas veces podría hacerlo mejor si Self 1 no se entrometiera.
Lo que aprendí jugando al tenis, y que me cambió la cabeza, es que si logramos silenciar el murmullo y confiar en nuestro cuerpo, el juego florece. Los golpes salen más limpios y los tiros, mejor colocados.
Es sorprendente, y quizás te haya pasado: hacés algo difícil sin pensarlo demasiado, “por probar”, y de repente te sale perfecto. Y cuando lo querés repetir... ya no sale. Porque empezás a pensar en cómo lo hiciste, en cómo pusiste el cuerpo. Y ahí es cuando La Bestia retoma el control.
Y ayer me pasó con el skate...
Me tiré a hacer un truco difícil para mí, sin pensarlo, y la tabla giró y cayó en la posición exacta, con mis pies arriba.
¡El cuerpo tiene memoria!
Pero a partir de ahí, intentar lo mismo se volvió más difícil. Como si La Bestia se hubiese ofendido por haber sido ignorada, y ahora me llenara de miedos y dudas.
Identifiqué tres trucos más que mi cuerpo sabe hacer, pero que mi mente no quiere que haga. Y es frustrante saber que están a mi alcance. Que no me falta técnica. Y aun así, no hacerlos. Porque lo que me separa de esos trucos no es algo físico. Es algo mental.
Y ahí me cayó la ficha: eso mismo pasa con muchas de las ideas que queremos impulsar.
Esa iniciativa que tenés en la cabeza.
Ese proyecto que te entusiasma.
Eso que nadie más está haciendo como vos.
Sentís que tenés lo que se necesita. Sentís que podrías hacerlo. Y sin embargo, no lo hacés.
Te falta algo...
Lo mismo que me está faltando para animarme con esos trucos en la patineta.
Y no es estudio.
No son diplomas.
No es esperar a que llegue el momento perfecto.
Te falta La Llave Maestra.
— Rodri

Para masticar...
¿Qué idea, qué impulso, estás frenando… aunque sabés que podrías hacerlo?