Enlenteciendo el tiempo
El sábado pasado llegué de un viaje de ocho días que se sintieron como treinta. Antes de subirme al avión en el séptimo día, me esforcé por recordar lo que había vivido tan solo cinco días atrás y me encontré con una imagen borrosa e incompleta de lo que había pasado.
¿Fue hace menos de una semana?
Estoy familiarizado con esa sensación, ya que le vengo prestando atención desde hace algunos años. La he visto replicada en otros viajes, vacaciones y fines de semana afuera. Pero también en momentos más reducidos de tiempo: una visita en familia por el día a un lugar fuera de lo común, que duró pocas horas y se sintió como un fin de semana entero. Este fenómeno, que a primera vista puede resultar insignificante, tiene una implicancia poderosa, y es por eso que desde hace años estoy atento cada vez que lo experimento.
¿Y si existiese una manera de “vivir más”, viviendo el mismo tiempo? ¿Algún truco psicológico para transformar las horas en días, los días en semanas y las semanas en meses?
Todavía no tengo la respuesta a estas preguntas, pero algo me dice que cada vez que hago cosas que se salen de la rutina y experimento situaciones nunca antes vividas, el segundero de mi reloj mecánico desacelera. El tiempo deja de volar.
¿Será que si me obligo a vivir nuevas experiencias, por más pequeñas que sean, estaré “agregando años” a mi vida?
Para masticar...
¿Qué estabas haciendo la última vez que sentiste que el tiempo se enlentecía?