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Sacarle el jugo a la intuición

Sacarle el jugo a la intuición

Mientras las niñas jugaban, un vaso de vidrio lleno de jugo de naranja descansaba al borde de una mesita en la cafetería. Literalmente, al borde del precipicio.

La mesa, de tapa redonda, tenía una leve inclinación por el desnivel del piso. Del lado alto de esa rampa improvisada, el vaso esperaba su destino.

Cuando lo vi, sentí algo familiar. Esta película ya la vi. Le dije a mis amigos: “A ese vaso le quedan uno o dos minutos de vida”.

Segundos después, empezó a correr la cinta...

Una de las niñas sacudió la mesa. Lo que hasta entonces era una rampa sutil se transformó en una pista peligrosa. Fuimos testigos de una escena en cámara lenta digna de Hollywood. El vaso comenzó a deslizarse, acelerando como un trago empujado por un barman al fondo de la barra.

A medio camino hacia la caída, no podía dejar de pensar: ¿Por qué no hice nada si ya sabía lo que iba a pasar?

De repente, milagro. A centímetros del final, la niña manoteó la mesa e interfirió la trayectoria del vaso, que cambió bruscamente de dirección y volvió al reposo.

“Uff, estuvo cerca…”


La escena de la cafetería era nueva para mí, pero los componentes eran conocidos: niños corriendo, una mesa inestable, un objeto frágil en el lugar equivocado. Esa “premonición” venía de experiencias anteriores. De haber visto este tipo de accidentes muchas veces antes.

Me pasa también cuando veo venir una caída. Captás algo en tu visión periférica, un niño acercándose a un escalón, y pegás el manotazo justo antes del golpe. No es magia. Es experiencia acumulada.

Pero hay que tener cuidado...

A veces lo que parece intuición es solo deseo disfrazado. Como cuando “intuís” que a una acción le va a ir bien, y terminás vendiéndola con pérdida meses después. O cuando “intuís” que tu equipo va a ganar, y la realidad te da una cachetada.

Cuando no hay experiencia detrás, la intuición es solo una corazonada. Una apuesta.

Es importante recordar esto, sobre todo cuando escuchamos a figuras exitosas del mundo empresarial hacer eco de cómo se guían por su intuición. Puede llevarnos a querer emularlos, olvidando que sus corazonadas probablemente estén respaldadas por años de experiencia en su campo.

Kahneman lo resume mejor:

“Primero, juntá toda la información que puedas.
Solo después dejate guiar por tu intuición”.

Eso puede leerse de dos formas:

Antes de tomar una decisión puntual, informate.
Y en el plano más largo, viví. Acumulá experiencias. Todo eso te prepara para que, algún día, puedas confiar en esa sensación.

Por ahí debería haber estado más atento a mi intuición sobre el vaso. Debería haberme dejado guiar por ella, parándome a acomodar la mesa o reubicar el objeto.

Pero gracias a que no lo hice, hoy puedo reflexionar sobre este aspecto de mi vida. Y tal vez, cuando vuelva a identificar una experiencia sospechosamente familiar, esté más atento para actuar.

Porque solo así se aprende a sacarle el jugo a la intuición.

Rodri

Para masticar...

¿Qué tan nutrida está tu intuición cuando decidís seguirla?