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Domando la frustración

Delta de expectativas

Hay días en los que, antes de jugar un partido de tenis, siento que va a ser mi día. Recuerdo los movimientos precisos que resultaron en un drive poderoso la vez anterior, y estoy convencido de haber captado las indicaciones para un drop shot perfecto tras ver horas de tutoriales en YouTube. Pero resulta que las cosas no salen según lo esperado y termino frustrado.

Otros días, me debato entre ir o cancelar el partido. Estoy mal dormido y, para empeorar las cosas, me excedí en el almuerzo. A pesar de esto, termino viviendo un día de tenis memorable, volviendo a casa sorprendido.

A los ojos de otros, no se vio una diferencia tan marcada en el juego, pero mi experiencia fue muy diferente cada día. ¿Cómo puede ser que, con un desempeño similar, termine frustrado o sorprendido?

Epicteto, el estoico, tiene una pista:

“Al prepararte para cualquier situación, analiza la naturaleza de dicha situación. Por ejemplo, si vas a una piscina pública, piensa en los incidentes habituales: personas salpicando, algunas empujando, algunas regañando, ladrones robando objetos personales desatendidos. No te perturbarás si entras en la experiencia preparado para tales cosas y decidido a mantener la armonía interna. Si sucede algo indeseable, podrás decir: “Mi deseo no es solo nadar, sino permanecer en armonía con la naturaleza de las cosas. No puedo mantenerme en armonía si me permito alterarme por cosas fuera de mi control”. Y así es con cada acto o experiencia”.

The Manual: A Philosopher's Guide to Life

En el fragmento anterior, Epicteto nos presenta un ejercicio mental para asumir el control de nuestras frustraciones: el manejo de expectativas. Nuestras expectativas ante una situación influirán en nuestro estado emocional una vez conocida la realidad. La diferencia entre "lo que pasó" y "lo que esperaba que pasara" determina nuestro grado de frustración luego de vivir la situación. Me gusta llamarlo el "delta de expectativas".

Delta de expectativas:

  • Si la realidad no estuvo a la altura de mis expectativas, me frustro. (delta negativo)
  • Si la realidad superó mis expectativas, me sorprendo. (delta positivo)
  • Si la realidad fue la que esperaba, me siento satisfecho. (delta = 0)

Para domar la frustración, tenemos que calibrar nuestras expectativas.

La realidad no estuvo a la altura de mis expectativas. Estoy frustrado.
La realidad no estuvo a la altura de mis expectativas. Estoy frustrado.
La realidad fue la que esperaba. Estoy satisfecho.
La realidad fue la que esperaba. Estoy satisfecho.
La realidad superó mis expectativas. Estoy sorprendido.
La realidad superó mis expectativas. Estoy sorprendido.

A mí me faltó calibrar expectativas antes de cada partido. Jugué esperando que ocurriera algo puntual, definido en base a sensaciones y emociones del momento, y dejé de considerar todo lo demás que podría haber sucedido. En una ocasión me jugó a favor (delta positivo = sorpresa), pero en otra, en contra (delta negativo = frustración).

Ahora, antes de jugar, pienso en todo lo que puede llegar a pasar: aces, seguidillas de dobles faltas, romper cuerdas, estar en mi mejor nivel o en el peor, tener que lidiar con viento y lluvia, etc. De esta forma, estaré definiendo una expectativa más abarcativa y preparándome mentalmente para enfrentar lo que dicte la realidad. Y si al final, termino ejecutando el drop shot perfecto, estaré inesperadamente sorprendido, como se sintió Del Potro tras coronarse campeón del US Open frente a la leyenda suiza.

Para masticar...

¿Qué puede llegar a pasar?