Por qué el autoliderazgo es clave en equipos de trabajo

Hace poco me invitaron a conversar en Larry's POD, un podcast que explora el mundo del software y la tecnología con una mirada curiosa y reflexiva. El host es Fabián Larrañaga (CEO en Streaver), con quien tuve el placer de compartir varios años trabajando en WyeWorks, y que siempre me inspiró por su frescura y su habilidad para hacerte sentir cómodo en cada interacción.
Hablamos sobre muchos temas que me apasionan: cómo liderarse a uno mismo, cómo se contagia el ánimo en los equipos, cómo nuestros estados mentales pueden potenciar —o sabotear— lo que somos capaces de crear, mi rol como Insight Strategist y el origen del concepto de La Bestia.
La entrevista original fue en inglés, pero como la mayoría de quienes me leen habla principalmente español, decidí compartir acá una versión traducida, adaptada y editada para una lectura más fluida. Y si preferís ver y escuchar la charla en vez de leerla, al final dejo el link al video.
Si te interesa entender un poco más qué hay detrás de Para masticar y el porqué de todo esto que vengo haciendo hace tanto tiempo, te recomiendo seguir leyendo.
Hoy tenemos un tema interesante para conversar, que es un poco el rol del autoliderazgo dentro de la figura de un Insight Strategist en una agencia de software. ¿Cómo definís tu rol dentro de WyeWorks? ¿Cómo impactan, ayudan e influyen esos insights en la creación de productos y servicios? Contame un poco sobre vos y cómo sucede eso hoy.
Me uní a WyeWorks hace unos 10 años, y durante los primeros años era bastante común que en todos los equipos en los que trabajaba siempre hubiera uno o dos ingenieros con más experiencia que yo. Eso me daba una sensación de respaldo: alguien en quien podía apoyarme, alguien de quien podía aprender.
Pero alrededor del tercer o cuarto año, empecé a trabajar solo en un proyecto nuevo para otro cliente. Justo en ese momento, varios de esos ingenieros con experiencia ya se habían ido de la empresa, así que empecé a sentir una nueva responsabilidad: la de intentar liderar a otros, en cierto modo, y aprender sobre liderazgo.
Un mes después de que arrancó ese proyecto, se sumaron dos compañeros al equipo. Eran bastante más jóvenes que yo, así que eso también intensificó esa sensación de responsabilidad. Quería ser un buen modelo para ellos, de la misma forma en que los ingenieros más experimentados lo habían sido para mí. Así empezó esta nueva búsqueda por entender el liderazgo, cómo ayudar a otros a crecer y cómo lograr que el equipo se sienta bien trabajando juntos.
Durante unas semanas —o meses— todo iba bien. Yo estaba muy conectado con ese deseo de aprender sobre liderazgo. Pero a los dos o tres meses empecé a verme atrapado en un modo más bien pesimista, por decirlo de alguna manera. Empecé a notar todo lo que estaba mal en el proyecto, sin ver lo positivo. Me convencí de que el cliente estaba en contra nuestra, que no quería trabajar como nosotros queríamos trabajar.
Incluso, en algunos momentos terminé hablando mal en reuniones.
Claro, y probablemente eso se les transmitía a los demás sin que vos te dieras cuenta, y también les iba afectando el ánimo.
Exactamente. Por suerte, pude verme desde otra perspectiva y darme cuenta de que estaba en un ciclo vicioso — con la ayuda de Sebastián, que vos también conocés. Él me ayudó con una pregunta simple, que me hizo ver todas las cosas que, de alguna forma, yo mismo estaba generando. Ahí supe que necesitaba cambiar algo. Que tenía que reconectar con ese impulso interno de aprender sobre liderazgo y tener un impacto positivo.
Pude salir de ese estado, y las cosas empezaron a sentirse más productivas y positivas. Terminó siendo uno de los mejores equipos con los que trabajé, uno de los mejores proyectos. Lo recuerdo con mucha alegría y entusiasmo.
Y lo que eso me hizo dar cuenta es que, de alguna forma, todos tenemos este impulso interno hacia el crecimiento — algo innato que quiere mejorar, que quiere tener un impacto. Pero de vez en cuando, quedamos atrapados en ciertos estados o ciclos de negatividad que entierran ese impulso. Nos sentimos desconectados, sin esperanza o desmotivados.
Sí, y es muy fácil quedarse viendo el vaso medio vacío. Te quedás ahí atrapado, y es muy difícil salir solo, a menos que alguien te muestre otra perspectiva. Y ahí es cuando te cae la ficha de que en realidad no era tan grave, o que podías encararlo de otra forma.
Tal cual. Me acordé de una frase de Tony Robbins que dice:
“No hay personas sin recursos, solo estados emocionales sin recursos”.
Yo estaba en un estado sin recursos. Necesitaba reconectar con ese impulso interno para poder volver a estar en un estado emocional constructivo, como al principio del proyecto.
A esos momentos donde tenés una sensación de “¡ajá!” los llamo insights (revelaciones). Ganás una nueva perspectiva o una nueva forma de ver las cosas que cambia todo. Eso fue lo que me pasó en ese proyecto gracias a la ayuda de Sebastián. Tuve ese insight de que había algo que necesitaba cambiar. Tenía que reconectar con mi deseo de crecer.
Y de eso se trata el Insight Strategist...
Se trata de ayudar a otros a conectar —o reconectar— con ese impulso interno, tener más momentos “¡ajá!”, y vivir desde una mirada más positiva y optimista.
Eso es un poco lo que hago. Trato de hacerlo de distintas maneras. Hoy en día, sobre todo escribiendo — intento escribir cosas que generen preguntas o que hagan ver una situación desde otra perspectiva, con suerte ayudando a otros a reconectar con su impulso de crecimiento o simplemente a repensar cómo están viendo algo.
También grabo videos, doy charlas y tengo conversaciones uno a uno con developers en WyeWorks. Todo apunta a lo mismo: ayudar a las personas a conectar con ese impulso (inner drive).
Está buenísimo, Rodri. Te soy completamente honesto: no tenía del todo claro qué implicaba el rol — porque es la segunda vez que veo un puesto de “Insight Strategist” — y no sabía bien cómo era tu participación en el día a día con los equipos o con la gente.
Pero ahora lo veo. Cuando las personas se motivan o empiezan a ver las cosas buenas de la vida, de los proyectos, de los clientes, de sus compañeros… ahí es cuando todo cambia. Realmente se empoderan. Como si desbloquearan su potencial y todas las cosas buenas que tienen adentro.
¿Cómo gestionás eso? Porque debe ser muy gratificante cuando ves que alguien se reconecta con su causa o con su motivación, y ves cómo se “desbloquea”, de verdad.
Sí, es muy gratificante. Cuando recibís un mensaje o alguien te dice que ahora está viendo las cosas de una manera distinta, o que pudo ver sus propios bucles negativos y enfrentarlos… eso te llena.
Porque muchas veces estamos tan metidos en el loop que ni siquiera nos damos cuenta de que estamos girando y girando en una dirección negativa. Pero cuando alguien empieza a ver desde otra perspectiva, y sentís que pudiste ayudarlo a llegar a ese nuevo punto de vista, eso se siente muy valioso.
Y sobre el nombre del rol, la verdad es que fue un desafío ponerlo en palabras estos últimos años, porque lo que hago no encaja del todo con un título tradicional. “Insight Strategist” es, en parte, un intento de ponerle nombre a todo lo que hago. Pero me alegra que ahora se entienda un poco mejor.
Y me imagino que esto también tiene un impacto en cómo los equipos trabajan y rinden. Pero contame: ¿has visto mejoras en la experiencia del cliente o en la interacción con ellos, a partir de este impacto que generás en las personas?
Sí, totalmente. Yo mismo viví esas mejoras, como en la historia que conté al principio. Pensá en trabajar en un equipo donde hay alguien que constantemente se queja o solo ve lo negativo. No te va a dar muchas ganas de quedarte mucho tiempo ahí.
Seguro.
Pero además, es contagioso. Una vez que empezás a quejarte, se siente bien, y el otro tal vez te valida porque quiere que te sientas mejor. Entonces se refuerza el loop, y crece esa creencia de que “este proyecto es un desastre”.
Trabajar con alguien así afecta la moral del equipo, su optimismo, la forma en que encaran las cosas. Empiezan a sentir que todo es más difícil, más cuesta arriba. “Ah, otra reunión más…”. Y no encuentran cómo salir o cómo influir en el proceso de una forma positiva.
Y eso mismo que yo estaba generando en mi equipo se trasladaba también al cliente. Y a su equipo. Si me pongo en los zapatos del cliente, interactuando con ese Rodri de hace siete años… ¡qué dolor de cabeza! En una reunión, me hacen una pregunta y yo respondo con quejas, con cara de pocos amigos, con negatividad.
Ahora imaginá lo contrario...
Un equipo donde cada persona está conectada con su impulso interno. Donde hacen el trabajo no porque tienen que hacerlo, sino porque quieren. Porque quieren avanzar, aprender, tener impacto.
Eso es exactamente lo que sentí cuando trabajé con esos ingenieros con experiencia al principio. Eran una inspiración para mí. Me empujaban a ser mejor.
Si estás en un equipo así, estás constantemente inspirado por quienes te rodean. Y lo mismo le pasa al cliente cuando interactúa con ese equipo, ya sea en reuniones o en el día a día. Está tratando con gente que irradia optimismo, que ve los problemas como oportunidades de mejora, no como obstáculos imposibles.
Y ahora me surge otra pregunta: ¿cómo hacés para expandir eso a otros equipos? Porque podés ser súper proactivo dentro de tu equipo, pero ¿cómo llevás esa energía a otros, sobre todo a los que no ves todos los días?
Lo primero que me viene a la mente es esta idea de generar “ondas expansivas”, como dice Simon Sinek. Uno puede pensar que una interacción positiva con alguien no significa nada, que es solo una charla más. Pero en realidad, eso puede poner en movimiento algo que termine impactando en otros lugares de la organización, incluso sin que te enteres. Porque esa persona empieza a ver las cosas de otra manera, con un optimismo renovado, y capaz después tiene una interacción con otra persona y le transmite un poco de esa energía, de esa alegría o esa chispa.
Entonces, la forma en que encaro la pregunta que me hacés es: trato de ayudar a la mayor cantidad de personas que pueda, y confiar en que ellas van a seguir propagando esa visión. Que van a llevar esas ideas o herramientas a otros.
O sea, si estás en un equipo, tus compañeros más cercanos son tu primer círculo de impacto. Pero una vez que ese equipo empieza a hacer cosas buenas, otros equipos lo notan. Y alguno puede decir: “Che, eso que hicieron estuvo buenísimo, ¿por qué no lo probamos nosotros también?”.
Y capaz —estoy pensando en voz alta— si ves a alguien que está haciendo algo bien o algo que está bueno, te dan ganas de hablar con esa persona, de ver qué está pasando, de entenderlo. Y entonces quizás esa persona te cuenta cómo lo está haciendo o te da una mirada que vos no tenías.
Sí, 100 %. Pero también tenés que estar en el mindset correcto para notar esas cosas.
Si estás en una mentalidad negativa, capaz ni lo ves, o lo descartás de una. Si estás conectado con ese impulso interno, en un estado emocional “con recursos”, vas a estar más abierto a ver lo que otros equipos están haciendo bien. Pero si estás en un estado “sin recursos”, desconectado, ni siquiera le prestás atención a eso.
Capaz lo ves y pensás: “¿Qué están haciendo estos?”, “Esto no tiene sentido”, “Están perdiendo el tiempo”. Entonces, cuando uno entra en esa mentalidad más positiva, empieza a ver nuevas oportunidades, nuevas ideas.
Ayer, por ejemplo —te cuento algo cortito— estaba en clase de tenis...
Hace tiempo que vengo diciéndome que mi revés es mi punto débil. Cada vez que venía una pelota al revés, trataba de evitarla. Si podía girarme y pegarle de drive, lo hacía. Y cuando no podía evitarlo, justo antes de pegarle, en mi cabeza ya estaba la voz: “Vas a errar”. Y sí, erraba.
Pero ayer, antes de ir a la clase, decidí cambiar esa creencia. Me dije: “Mi revés puede mejorar, como cualquier otro golpe. Cada clase es una oportunidad para mejorarlo”.
Y algo pasó. Estaba en clase, y de repente me encontré haciéndole preguntas al profesor. ¡Nunca hago preguntas! Son clases grupales, hay mucha gente, generalmente solo jugamos. Pero ayer le pregunté por el revés, y no fue algo que planeé. Me salió natural. Y cada vez que venía una pelota para el revés, pensaba: “Es una oportunidad”.
Claro, y capaz al principio errás igual, pero en el décimo intento ya lo estás pegando mejor. Y en algún momento va a salir tan bien como el drive, o incluso mejor.
Exacto. Y es un ejemplo claro de cómo las creencias moldean lo que vemos, lo que sentimos, lo que experimentamos. Cuando empecé a cambiar esa creencia, se activó un nuevo loop — uno más positivo. Y ese loop se empezó a reforzar solo. Porque terminé pegando un montón de buenos reveses. ¡Hacía tiempo que no me pasaba eso!
Y creo que eso también aplica al trabajo. Cuando un equipo ve que otro está haciendo algo que podría servirles, lo ve porque está en un estado mental que le permite aprender de otros. Si están en un estado mental tipo “todo es una porquería, nuestro proyecto es horrible”, ni lo registran. Las oportunidades no aparecen como algo brillante que llama la atención.
Totalmente cierto. Y me encanta que digas eso, porque es algo que nos pasa a todos, todos los días. Es como un cambio de paradigma. Me hiciste acordar a una palabra que aprendí hace como un año y medio, cuando se sumó a nuestro equipo nuestro Chief Growth Officer, Guillermo. Él nos trajo esta palabra: pronoia. Que es como lo opuesto a la paranoia.
Es la idea de creer que el mundo conspira a tu favor. Que las cosas están pasando para ayudarte, no para complicarte. Y es exactamente lo que vos estás diciendo: siempre hay dos maneras de ver lo mismo. Una es desde el lugar negativo, desde la queja, y otra es desde la oportunidad, desde cómo sacarle el jugo incluso a un mal momento. Pero claro, tenés que estar preparado para poder verlo, si no, ni te enterás de que está ahí.
Exacto. Y muchas veces no solo tenés que estar preparado, también necesitás coraje...
Coraje para enfrentar a tu propia Bestia interna. Coraje para admitir que estás atrapado en un loop negativo y que querés salir de ahí. Pero también coraje para hacer las cosas diferente. Porque si estás en un equipo donde lo normal es quejarse, ver todo desde lo negativo, lo fácil es sumarte a eso. Es lo que te conecta con los demás. Es como decir: “Acá todos nos quejamos, esto es lo que hacemos”.
Pero frenar eso y tratar de ver las cosas de otra manera, tratar de generar un ambiente distinto… eso requiere valentía. Ser el primero en hacerlo, ser el que manda esas ondas expansivas distintas al resto.
Dijiste una palabra que me hizo pensar, y creo que esta va a ser mi última pregunta para vos hoy — esto viene siendo increíble, por cierto — pero mencionaste “La Bestia”. Y me acordé de un post que vi en tus publicaciones semanales sobre controlar a La Bestia, o tener dominio sobre esa voz interna. ¿Podés contarme un poco más sobre eso? Me parece que está súper conectado con todo lo que venimos hablando, y además tengo mucha curiosidad por saber en qué estás escribiendo ahora.
Sí, claro. Algo en lo que estuve pensando últimamente es que hay muchas cosas en la vida que son contraintuitivas. Por ejemplo, cuando jugás al tenis y querés pegar fuerte, lo primero que hacés —y me pasa incluso a mí— es tensar el brazo. Pero en realidad, para pegar con potencia, tenés que aflojar. El brazo tiene que estar como un fideo. ¡Es loquísimo!
¡Sí! Suena totalmente al revés de lo que uno pensaría.
Y me acuerdo que Jason Fried, de 37signals, escribió sobre aprender a tocar la batería. Al principio uno agarra fuerte los palillos, pero para tocar bien, tenés que aflojar el agarre.
Entonces empecé a notar que con el liderazgo pasa algo parecido. Cuando uno quiere aprender a liderar, lo primero que piensa es: “Tengo que aprender a liderar a otros”. Pero en realidad, lo primero que tenés que hacer… es aprender a liderarte a vos mismo.
Y ahí es donde entra “La Bestia”. Es el nombre que le puse a esa versión interna tuya que quiere ir para otro lado. Que quiere apagar ese impulso de crecer, que quiere que te guardes, que no actúes.
Pensemos en un par de ejemplos. En lo personal: querés hablar con alguien en un bar. No lo conocés. Sos medio tímido. Y pensás: “¿Cómo se hace para hablarle?”. Pero esa es una pregunta de conocimiento. No necesitás más conocimiento para hacerlo. Ya sabés hablar. Lo difícil es lo que hay entre vos y la acción: La Bestia. Esa voz que te dice: “¿Y si te rechazan?”, “¿Y si hacés papelones?”
O en lo laboral: tenés que darle feedback a alguien. Y capaz tenés miedo de cómo lo va a tomar, si va a afectar la relación. ¿Qué hacés? Te pones a leer libros sobre feedback, a ver videos, a aprender siglas y técnicas. Pero si lo pensás en frío, si te despejás de La Bestia, ya sabés cómo hacerlo. Lo difícil es domar esa voz interna que te dice...
“¿Y si sale mal?” Es ese miedo anticipado, esa película que te hacés.
Entonces me empecé a divertir poniéndole nombre. Le puse “La Bestia”, y eso me permitió tomar distancia. Empecé a verla como un ser distinto dentro mío. Y eso me ayuda a observarla, a entender cómo se activa, a estudiar su comportamiento.
Es como cuando un amigo te cuenta un problema, y vos desde afuera lo ves clarísimo. Pero cuando te pasa a vos, estás tan metido en las emociones que no ves nada. Por eso ponerle nombre ayuda: te permite observar lo que te pasa como si le pasara a otro. Y con esa distancia, podés pensar mejor, actuar mejor.
Incluso empecé a inventar conceptos relacionados, como “posesión”: cuando La Bestia te toma por completo. A veces es una posesión explosiva, cuando reaccionás mal. Pero otras veces es más silenciosa, más sutil, como si estuviera escondida (resentimiento, procrastinación, etc.).
Gracias por compartirlo. Porque te sigo, veo lo que hacés, pero no siempre uno conoce el trasfondo de las cosas. Y ahora veo cómo todo eso se conecta con tu rol, y cómo lo transformás en algo súper significativo que impacta en los demás.
Te quería hacer una pregunta que trato de hacerle a todos los que vienen. Hoy en día, todo es “para ayer”, todos estamos manejando mil cosas: trabajo, familia, amigos… y más todavía en roles como el tuyo. ¿Cómo hacés para mantener un equilibrio entre el trabajo y la vida personal, para estar saludable y que no se te descontrole todo? ¿Tenés alguna práctica, hábito o rutina que te sirva y quieras compartir?
Volviendo al tema de La Bestia… me gusta pensarlo en términos de “hábitat”. Hay ciertos entornos donde La Bestia se siente más cómoda, y otros donde se pone incómoda y se activa más fácil. Entonces, ese entorno puede ser tu mente, tu estado interno (“hábitat mental”). Y hay estados emocionales o situaciones que hacen que estés más propenso a que La Bestia tome el control — esos estados sin recursos, de los que hablábamos antes.
Entonces, más que pensar en “equilibrio trabajo–vida”, yo me pregunto: ¿cómo puedo cultivar un entorno, una forma de vivir, una manera de ver las cosas… en la que esa línea entre trabajo y vida se empiece a borrar? Donde todo se sienta como vida, y ya no haya algo que tenga que equilibrar.
Y creo que algo que contribuye muchísimo a eso es tener cosas que valga la pena perseguir. A algunos les gusta llamarlo propósito. A mí me gusta más la palabra “persecución”. Podés tener un gran propósito, pero también podés tener varias cosas que estés persiguiendo al mismo tiempo.
Cuando siento que estoy persiguiendo cosas que de verdad me importan, que están alineadas con mis intereses reales, que no estoy siguiendo lo que se supone que “tengo que” hacer, sino lo que genuinamente me interesa… ahí es cuando siento que todo tiene sentido. Que estoy haciendo algo que vale la pena. Que estoy viviendo con alegría.
Ya sea seguir aprendiendo sobre liderazgo, compartir eso con otros, construir una familia, mejorar mi tenis, tocar la guitarra, disfrutar del café… todas esas cosas me interesan. Y siento que si las persigo con intención, puedo generar ese “hábitat” donde La Bestia está más tranquila.
Y eso es lo que trato de hacer. No tengo ganas de jubilarme a los 60 y no hacer nada. Yo quiero construir una forma de vida que quiera seguir viviendo para siempre.
Sobre perseguir cosas que de verdad importan...
Me encanta eso. Me parece una manera muy inteligente de pensarlo: cambiar tu vida para que todo se sienta como una sola cosa. Donde el trabajo y la vida personal coexistan sin lastimarse mutuamente.
Ya diste un montón de consejos, herramientas y reflexiones súper útiles, pero… ¿hay algo más que quieras decir? ¿Algún comentario final o algo que quieras compartir con quienes nos están escuchando?
Capaz solo esto: si alguien que está escuchando siente que está medio estancado, atrapado en uno de esos ciclos negativos, en un estado sin recursos… que intente ganar un poquito de conciencia. Que trate de observar lo que está sintiendo. Que intente ver a su Bestia interior, entenderla, estudiar cómo se comporta. Eso ya es una pista para reconectar con ese impulso interno. Con eso que nos hace querer crecer.
Excelente. Empezar por uno mismo. Observar. Y después sí, avanzar. Y pedir ayuda, claro.
Exacto.
🍽️
Para masticar...
Episodio completo en Larry's POD.