Despertá al líder que llevás dentro: 5 prácticas para influir e inspirar
Quiero que pienses en una persona.
Alguien del pasado o del presente, que te hizo ver las cosas de una manera distinta.
Que te llevó a actuar de otra forma. No porque te haya obligado, sino porque nació de vos querer hacerlo.
Alguien cuya influencia sigue viva, como una marca que no se borra.
¿En quién pensás?
Puede que estés pensando en algún jefe. Quizás algún referente, un team leader o gerente. O estarás pensando en un par: un compañero de equipo, libre de etiquetas que los diferencie en una jerarquía.
Pero la esencia de esta pregunta trasciende lo laboral...
Y es por esto que, me animo a decir, puede que estés pensando en alguien más cercano. Algún amigo o algún familiar. Alguien que te haya dejado una marca que nadie más que esa persona podría dejar.
Jefes, referentes, compañeros, amigos y familiares... ¿Qué tienen en común todas esas personas?
Cada una, a su manera, está liderando.
Liderazgo
La mejor descripción de liderazgo que encontré al día de hoy es la de un tipo llamado Balaji Krishnamurthy. Pocas frases encapsulan la esencia del liderazgo con tanta claridad. Esta es una, y funciona como un salvavidas en un mar de conceptos abstractos y frases inspiradoras.
Balaji dice que...
"Los líderes inspiran a otros a pensar, actuar y comportarse de una forma distinta a como lo hubieran hecho si ese líder no hubiera estado presente".
No es: los líderes "fuerzan".
Tampoco es: los líderes "obligan".
Es: los líderes "inspiran". Inspirar es el verbo clave.
Y cuando uso esa palabra se me viene a la mente David Foster Wallace, escritor estadounidense, que en un ensayo decía que la palabra “inspirar” puede sonar como cliché a esta altura. Un verbo trillado. Pero la realidad es que, cuando estás frente a alguien que es un verdadero líder, esa persona no es para nada cliché ni empalagosa.
Es todo lo contrario...
Tiene algo así como un aura que te atrae, un magnetismo inconfundible que te succiona y te lleva a hacer cosas que por tus propios medios nunca harías. Cosas que en lo profundo sabés que son buenas para vos, y que hasta deberías estar haciendo, pero no es hasta que te acercás a ese líder, hasta que entrás en contacto con su aura, que empezás a hacerlas.
"Los líderes inspiran a otros a pensar, actuar y comportarse de una forma distinta a como lo hubieran hecho si ese líder no hubiera estado presente".
Ésta definición también me ayuda a entender por qué el liderazgo va más allá de los cargos...
El cargo te puede dar autoridad para exigir o para obligar, pero no te da la capacidad para inspirar. Un jefe no se vuelve memorable por ser jefe, del mismo modo que un padre no es memorable por el simple hecho de habernos tenido. Y es por esto mismo que por ahí estás pensando en pares, amigos o familiares. Porque ellos hacen cosas que van más allá de la jerarquía, y que por ende, están al alcance de todos.
Imaginá si pudieras lograr ese efecto en otros...
Que cuando alguien tenga que pensar en una persona que le haya cambiado la vida, que le haya dejado una marca imborrable, en un instante...
...piensen en vos.
¿Cómo estaría?
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Despertar
En el año 2018, me enfrentaba a un nuevo desafío en WyeWorks .
Después de unas semanas trabajando solo para un nuevo cliente, se unieron dos desarrolladores al equipo. Tenían unos cuantos años menos que yo, y hacía solo tres meses se habían sumado a la empresa.
Hasta ese momento yo estaba acostumbrado a trabajar con desarrolladores más experimentados, a quienes podía observar y emular. En quienes me podía “descansar”. Ahora de repente, el experimentado era yo, y para mí era natural esperar que mis nuevos compañeros me observaran para tener una referencia de cómo hacer las cosas en su nuevo trabajo.
Por primera vez, sentí la responsabilidad de liderar.
De generar un ambiente que los inspire a desarrollarse. Donde se animen a experimentar y a tomar riesgos. Donde no se apunte a minimizar errores, sino a maximizar aprendizajes.
Un ambiente que les deje una marca memorable, y no una para el olvido.
Pero tenía una gran interrogante...
¿Cómo se lidera?
Esa pregunta me generó algo así como una obsesión.
Hasta esa altura de mi vida, no había sido capaz de leer ni medio libro. Y de repente, devoraba libros como si fueran agua en el desierto. Miraba horas de charlas de Simon Sinek como quien maratonea con La Casa de Papel en Netflix.
Estaba completamente inmerso en el mundo del liderazgo.
Todo lo que aprendía lo ponía a prueba en el proyecto, contrastando teorías con experiencias reales. Poco a poco fui armando un rompecabezas mental de lo que significa liderar.
Hoy quiero compartir cinco de las piezas más importantes que descubrí. Cinco prácticas que cambiaron todo para mí—y que no dependen de ningún cargo. Trascienden lo laboral: podés aplicarlas hoy mismo en tu trabajo, con tus amigos o con tu familia.
Y fueron estas prácticas las que despertaron al líder que llevaba dentro.
5 prácticas para influir e inspirar
- Domá a La Bestia
- Mostrá vulnerabilidad
- Respondé con preguntas
- Buscá la dona
- Empezá con el porqué
1. Domá a La Bestia
Todos llevamos algo dentro...
Algo que le gusta despertar cuando las cosas no salen como nos gustaría. Cuando hay nervios, frustración. Cuando las emociones están a flor de piel. Algo que nos lleva a hacer cosas que en nuestro sano juicio no haríamos.
Esa es La Bestia. Es como si fuera una versión oscura de nosotros que intenta convencernos de actuar en base a las emociones del momento.
Si prestás atención, podés identificar el momento exacto en el que una persona es poseída por La Bestia. Basta con manejar por Montevideo en hora pico para saber de lo que estoy hablando...
Pero La Bestia, además de atacar a otros, muchas veces ataca por dentro. En silencio. Como un murmullo interno que termina afectando nuestro propio rendimiento.
Tomé conciencia de La Bestia en el trabajo, cuando distintas situaciones del proyecto me afectaban. Me llevaba a responder de mala gana, o a quejarme de todo. Y cuando me di cuenta de que ese círculo vicioso de negatividad en el que estaba atrapado no solo me estaba afectando a mí, sino que estaba contagiando a mis compañeros dije:
“Tengo que hacer algo al respecto”.
Si quería aspirar a ser una referencia saludable para ellos, iba a tener que aprender a domar a La Bestia.
En estos años aprendí algunas cosas que me ayudan a diario, pero no dejan de ser varios los factores que entran en juego, desde el cansancio, la preparación, nuestra personalidad y nuestro temperamento. Una técnica que me funciona es respirar profundo y enseguida hacer un poco de “malabares mentales”...
Imaginate que vas manejando, y cuando vas a cruzar un semáforo en verde, se te cruza uno en roja. No chocan de milagro. Automáticamente vas a sentir a La Bestia despertar y si te dejás llevar, vas a rugir “¡Anormal!” y alguna que otra mala palabra a ese conductor.
En esos casos, a mí me funciona hacer una respiración lenta y larga para bajar la pelota, y luego intentar fabricar una historia en mi mente (un reframe) sobre lo que pasó que calme las aguas. Como si estuviera leyéndole un cuento a La Bestia para que se vuelva a dormir.
Y esto por ahí no es tan sencillo de aplicar cuando realmente sabemos lo que pasó, las intenciones que hubo del otro lado. Pero en casos como el del auto, la realidad es que no conocemos nada sobre el otro conductor y lo que lo llevó a actuar así.
¿Qué nos hace estar seguros de que fue con pura maldad queriendo provocar un accidente? ¿Podrá ser que tuvo una mala noche de sueño y está llegando tarde a un trabajo en el cual lo castigan por 2 minutos de demora? ¿O que hace dos días falleció su mejor amigo y está distraído por esto?
Nunca vamos a saber cuál es la historia real, así que ¿por qué no quedarnos con una que nos ayude a avanzar?
Tenemos que conocer a La Bestia...
Cuándo le gusta aparecer. Cuándo tiene ganas de despertar. Cuándo está por atacar.
Respirando profundo y haciendo un poco de “malabares mentales”, podemos empezar a domarla.
Domá a La Bestia.
2. Mostrá vulnerabilidad
¿Cómo se lidera?
Uno de los primeros libros que leí cuando empecé a buscar respuestas a esa pregunta fue Leaders Eat Last, de Simon Sinek . Y ahí me encontré con un concepto que me quedó grabado y me ha resultado muy útil a lo largo de los años.
El círculo de seguridad.
Así lo explica Sinek...
El mundo exterior está lleno de peligros. Cosas que nos quieren matar. En la época de los cavernícolas podían ser grandes depredadores, una tormenta o la falta de alimentos.
En el mundo moderno de las organizaciones, te pueden “matar” cosas como una crisis económica, la competencia o que tu tecnología principal se vuelva obsoleta.
Esos peligros—los del mundo exterior—son una constante. Escapan a nuestro control.
Los peligros internos de la organización, en cambio, son variables, y es responsabilidad de los líderes dibujar un círculo de seguridad alrededor de su gente, diciéndoles...
“Si te mantengo seguro internamente y no tenés miedo de ningún peligro dentro del grupo, es más probable que todos trabajen juntos, confíen los unos en los otros y colaboren para enfrentar los peligros del mundo exterior”.
Esto deja en el aire la pregunta...
¿Cómo se “dibuja” un círculo de seguridad?
Hay una práctica que me ha dado resultado, y creo que es fundamental para lograrlo. Se llama el loop de vulnerabilidad.
El loop de vulnerabilidad es simple, y lo describe Daniel Coyle en su libro El Código de la Cultura.
Son 5 pasos:
- La persona A envía una señal de vulnerabilidad.
- La persona B detecta la señal.
- La persona B responde enviando una señal de su propia vulnerabilidad.
- La persona A detecta la señal.
- Se establece una norma y, como consecuencia, la cercanía y la confianza aumentan entre esas personas.
Estos pasos son los que están detrás de interacciones como:
- “¿Estoy completamente perdido, alguien me puede dar una mano?” (Persona A iniciando un loop)
- “Tranqui... yo cuando empecé no entendía nada”. (Persona B respondiendo a la señal inicial)
- (Aumenta la cercanía y la confianza entre ambos)
Frases que, en algunos contextos, pueden ser difíciles de expresar...
Si el círculo de seguridad a nuestro alrededor es fuerte, encontraremos el coraje para hacerlo. De lo contrario, si sospechamos que admitir nuestra ignorancia o nuestros errores puede resultar en burla o castigo, ¿por qué arriesgarnos?
Preferimos callar.
Las personas tienden a pensar en la vulnerabilidad de una manera sentimental, pero eso no es lo que está pasando”, dice Polzer. “Se trata de enviar una señal muy clara de que tenés debilidades y que podrías necesitar ayuda. Y si ese comportamiento se convierte en un modelo para los demás, entonces podés dejar las inseguridades a un lado y ponerte a trabajar, empezar a confiar y a ayudarse mutuamente. Si nunca tenés ese momento de vulnerabilidad, por otro lado, la gente tratará de ocultar sus debilidades, y cada pequeña tarea se convierte en un lugar donde las inseguridades se manifiestan. — Daniel Coyle
A medida que las personas en un grupo van captando esta dinámica, la práctica se propaga y el círculo de seguridad crece, como una onda que se expande. Un círculo que abraza a todos, desde los recién llegados hasta los más veteranos, es señal de una organización fuerte y unida.
A veces soy quien inicia el loop…
Pero igual o más importante es ser el dos, la “persona B’, estar alerta a la señal del otro y responder para que el loop se complete. Si nos mantenemos atentos, las oportunidades de hacerlo aparecen constantemente, no solo en el trabajo, sino también interactuando con familiares y amigos.
Mostrá vulnerabilidad.
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3. Respondé con preguntas
Cuando empezó el nuevo proyecto, era común que mis compañeros se acercaran con preguntas de todo tipo. Era algo de esperar: yo llevaba varios años en la empresa, había pasado por distintos proyectos y había empezado a trabajar para ese cliente antes que ellos.
Y cuando esto pasaba, yo siempre respondía.
Es que se siente lindo responder... Ese momento en el que, mientras escuchás la pregunta, ya estás anticipando el instante para sacar a relucir toda tu seniority. Un mimo al ego. Una pequeña victoria para La Bestia, que disfruta de tener la respuesta... y de que se note.
Pero llegó un momento en el que algo me empezó a hacer ruido...
Pensé:
Si cada vez que vienen con una pregunta yo les doy la respuesta, ¿qué tan bueno es eso para ellos?
En el corto plazo parecía buenísimo. Problema resuelto. Pero a largo plazo... ¿cuál sería el impacto?
¿Qué tan confiados se iban a sentir para resolver problemas por su cuenta?
Fue entonces que llegué a The Coaching Habit, libro que podría decirse dio inicio a [mi obsesión con las preguntas. Leyéndolo me di cuenta de que cada pregunta que me hacían era una oportunidad de crecimiento para ellos. Y que, para que esa oportunidad existiera, yo tenía que hacer algo que no siempre es fácil: resistirme a responder.
Tenía que cambiar el chip. En lugar de entrar en modo experto y responder con consejos, tenía que responder con preguntas.
Rodri, tenemos que implementar esto. ¿Cómo decís de hacerlo?
Mhm... ¿vos qué harías?
Una pregunta tan sencilla como esa puede darle pie a la persona para luchar con el problema. Para darse cuenta de que no está tan lejos de resolverlo. Y que con el tiempo se vaya animando a intentarlo por sus propios medios.
Es como comparar la confianza que ganás después de darte una y otra vez contra la pared hasta resolver un problema de programación, versus la sensación que te deja una respuesta instantánea de ChatGPT. Son dos aprendizajes distintos.
Uno deja huella...
La clave de esta práctica está en identificar el momento en el que estamos por activar el modo experto (Avistar a La Bestia). Ese impulso automático de “yo te digo cómo se hace”. Y en su lugar, devolver una pregunta.
Al principio cuesta. Requiere tener un poco de control sobre La Bestia. Porque ese segundo de pausa en el que elegimos no brillar, también es un acto de liderazgo.
Y como todo nuevo hábito, se vuelve más fácil con el tiempo.
A medida que lo practicamos, también vamos viendo que no todas las preguntas son para responder con preguntas. Hay momentos y contextos en los que la respuesta directa es nuestra mejor respuesta.
Y aprender a distinguirlos también es parte del camino.
Respondé con preguntas.
4. Buscá la dona
Hace un rato te contaba de un momento en el trabajo donde me sentí atrapado en un círculo de negatividad.
Me había convencido de que el cliente estaba en nuestra contra; sus pedidos no tenían sentido para mí. Y yo no hacía más que quejarme y responder de mala gana.
Estaba poseído por La Bestia.
Pero gracias a un compañero de trabajo y su habilidad para responder con preguntas, pude tomar conciencia del círculo vicioso en el que estaba. Tenía que encontrar una forma de salir de ese ruido...
Según Oscar Wilde,
“El optimista ve la dona, el pesimista ve el agujero”.
Yo estaba viendo el “agujero”. Pesimismo en todos lados. Si quería escapar de ahí, tenía que responder a una simple pregunta...
¿Dónde está la dona?
Cuando el agujero es: “Ya va un mes y todavía no me asignaron un proyecto”. La dona puede ser: “Tengo la oportunidad de hacer ese curso para el que nunca tengo tiempo”.
Cuando el agujero es: “Lo único que hago es documentar funcionalidades”. La dona puede ser: “Tengo la oportunidad de pulir mi escritura”.
Hay que ser creativos para encontrarla, hacer un poco de “malabarismo mental” (reframing). Pero no siempre vamos a dar con ella, y está bien que así sea.
No es casual que esta práctica se titule “Buscá la dona”. Podría haber sido “Encontrá la dona”, pero de ser así, no estaría poniendo el foco en el aspecto más relevante: la búsqueda. Esa práctica diaria de encontrar lo positivo en cada situación, la oportunidad en medio del caos.
Una gimnasia para la mente...
Y cuanto más “ejercitamos”, más seguido encontramos. La búsqueda pasa a formar parte de nuestra configuración predeterminada. Nos volvemos optimistas y, de repente, vemos donas en todos lados.
Cuando busco, hay una pregunta que suele darme pistas:
¿Qué tendría que hacer para sentir, dentro de un año, que haber pasado por esto valió la pena?
Cuando salí de ese círculo de negatividad en el que estaba, me di cuenta de que tenía una oportunidad única para aprender a regular mis emociones. Tenía garantizada la práctica diaria: interacciones con un cliente que despertaba lo peor de mí.
Y ahí estaba... “¡Ahí estaba la dona!”
Tenía la oportunidad de aprender a domar a La Bestia.
Buscá la dona.
5. Empezá con el porqué
Llegó un momento en mi carrera en el que empecé a tener ideas para mejorar cosas: el trabajo en equipo, el producto, los procesos. Creo que en gran parte estaba relacionado a mi nueva faceta de lector. Cuando leo libros directamente relacionados a lo que estoy viviendo, me dan ganas de experimentar con esas ideas.
Pero necesitaba algo que me ayude a comunicar mis visiones con éxito, para que otros puedan ver el valor que yo veía en ellas.
Me crucé de nuevo con Simon Sinek...
Esta vez no fue un libro, fue una charla TED, donde él explica un patrón de comunicación bien sencillo que parece representar a los líderes que inspiran.
Sinek dice que los líderes y las organizaciones memorables empiezan con el porqué. No se enfocan primero en qué hacen o cómo lo hacen, sino en por qué lo hacen. Y esto parece conectar emocionalmente con las personas. Les permite ver cómo tu producto o servicio se alinea con sus propios valores y creencias.
Entonces empecé a aplicar esto cada vez que quería proponer una idea.
Lo que antes era:
"Las reuniones están siendo muy largas. ¿Y si las acortamos esta semana?"
Ahora era:
"La entrega que se viene parece ser muy importante para el cliente, lo que significa que el trabajo que hagamos ahora puede marcar una gran diferencia. Si reducimos el tiempo de nuestras reuniones, podríamos dedicar más horas al desarrollo y asegurarnos de que llegamos con la mejor calidad. ¿Les parece bien acortarlas por esta semana?"
Y cuanto más lo hacía, más pensaba en el porqué de las cosas.
Me forzaba a cuestionarme si lo que estábamos haciendo tenía sentido, si lo que estaba desarrollando tenía que ser desarrollado y si lo que estaba proponiendo era realmente valioso.
Funcionaba.
Empezá con el porqué.
La esencia del liderazgo
¿En quién pensaste al principio de este texto? Traelo a la mente.
Pensá en cómo se comportaba. En cómo interactuaba con vos. Cómo se comunicaba.
¿Reconocés alguna de las cinco prácticas?
En mi caso, para algunas de las personas que se me cruzan por la mente, te diría que sí. Puedo reconocer dos o tres con claridad.
Pero en algunos casos no encuentro rastros...
Es más, veo lo opuesto: personas dando rienda suelta a su Bestia, desordenadas en su comunicación o no permitiéndose mostrarse vulnerables, y que aún así, me inspiraron.
¿Qué nos dice esto?
¿Cuál es entonces el verdadero valor de las prácticas?
En su libro Maestría, Robert Greene escribió algo que me hizo dar cuenta de lo que todas esas personas tienen en común. La pieza central del rompecabezas.
Greene dijo que cada uno de nosotros es único en este mundo. Una edición limitada a una sola unidad. Nuestro ADN tiene una configuración que nunca antes se dio ni se volverá a dar. Nadie más nació en el mismo momento, de los mismos padres, con el mismo temperamento y las mismas tendencias de personalidad que nosotros. Esa es nuestra fuente de poder, y desperdiciarla es lo peor que podemos hacer en nuestra vida.
Según Greene, el desafío está en descubrir eso que te hace único, lo que te hace a vos vos, y sacarle jugo, buscando expresarlo al máximo y construyendo una carrera y un estilo de vida alrededor de eso.
Y esto me hace pensar que todos llevamos a un líder dentro...
Un líder único en el mundo, con un estilo fuertemente arraigado a nuestra forma de ser, nuestros valores y nuestros intereses. Con un estilo nunca antes visto ni documentado en los libros de liderazgo.
Y está en nosotros despertarlo. Empezar a conocerlo. Y aprender a domarlo.
Las cinco prácticas fueron las que a mí me ayudaron a hacerlo.
Son hábitos que me permiten expresar la esencia de mis valores y personalidad en mi liderazgo. Ser alguien calmo, curioso, que le gusta hacer preguntas, que si puede evita el conflicto. De ahí nace la relevancia de domar a la bestia, responder con preguntas y dibujar círculos de seguridad.
Y por ahí te pueden servir a vos como punto de partida, o como referencia para que puedas experimentar y descubrir tus propias prácticas. Las piezas del rompecabezas para liderar como nadie más que vos lo haría.
Y creo que ahí está la clave del asunto...
Ahí está lo que comparten todas esas personas en las que estamos pensando.
Su esencia, esa fuente de poder, es lo que nos cautiva cuando los recordamos. Colegas, familiares y amigos que supieron expresarla al máximo.
Y nosotros los admiramos por cómo son, y porque sabemos que nadie más puede ser como ellos.
— Rodri