La Flecha de la Vida

La Flecha de la Vida

Podemos imaginar nuestra vida como una gran flecha.

Una flecha que apunta a un lugar definido: hacia eso que muchos llaman propósito, misión o vocación. El sentido de esa flecha marca el sentido de nuestra vida.

Pero esa no es la única flecha...

Dentro de nuestra vida pasan muchas cosas. Tenemos familia, amigos, un trabajo y un montón de iniciativas que tiran hacia algún lado. Cada una de ellas es una flecha con sentido propio, que vive dentro de la flecha de nuestra vida.

Por ejemplo en mi caso, hay una flecha que representa a WyeWorks, mi trabajo. Dentro de esa, hay otra que representa un proyecto. Y dentro de esa, una que representa al equipo.

Y así, en cada área de mi vida: hay flechas dentro de flechas, cada una con su dirección.

¿Cómo sabemos si todas esas flechas están alineadas con nuestra gran flecha? ¿Si nos están llevando hacia donde realmente queremos ir?


Durante un tiempo me obsesioné con definir mi propósito. Sentía que si no lo podía escribir en una frase clara, estaba perdido. Como viviendo sin dirección. Pero después de darle vueltas durante meses sin encontrar las palabras perfectas, algo cambió...

Me di cuenta de que mi cuerpo “ya lo sabía”.

Tenemos algo así como un instinto que nos orienta. Que se activa cuando todo fluye, pero también cuando algo empieza a hacer ruido. Por ejemplo, cuando sentimos que nuestro trabajo no está empujando en la dirección que la flecha mayor de nuestra vida desea.

A mí me pasó en algún grupo humano. La pasaba bien con ellos, pero había algo en lo profundo que no terminaba de encajar. En el momento no lo supe poner en palabras, pero sí pude estar atento al instinto. Ese que me decía que esa flecha de mis relaciones apuntaba para otro lado.

Cuando las flechas se desalinean, ese instinto de orientación prende las alarmas. Y ahí es cuando despierta La Bestia...

Pero gracias a WyeWorks, pude entender el efecto contrario.

Cuando las flechas se alinean, algo se enciende adentro. Una energía que entusiasma y te hace despertar con ganas. Con ilusión. Y es ahí cuando el trabajo —eso que muchos catalogan como aburrido— deja de sentirse como obligación y pasa a ser un placer.

Los grandes líderes tienen la capacidad de comunicar el sentido de las flechas que representan.

A veces lo hacen con palabras, como Elon Musk repitiendo una y otra vez su intención de hacer la vida multiplanetaria.

Otras veces nos lo hacen sentir emitiendo señales consistentes en el tiempo: cómo se siente trabajar cerca de ellos, el tipo de iniciativas que empujan, los valores que encarnan. Sin necesidad de ponerlo en palabras, logran transmitir una dirección.

Y ese acto —el de comunicar el sentido de la flecha— es esencial para que otros que también quieren ir hacia ese lugar conecten con sus ideas.


Ahora, ¿qué hacemos cuando sentimos que no hay alineación?

El primer impulso suele ser cambiar una flecha por otra: renunciar a un trabajo, pedir un cambio de proyecto, alejarse de un grupo social. Y quizás sea ese el camino correcto. Pero son muchas las veces que nos apuramos.

Por ahí nos convencimos de que alguien hizo algo para molestarnos, o creemos que un líder tomó una decisión con mala intención.

¿No seremos nosotros los que estamos asumiendo cosas que no son reales y, como resultado, interpretando mal el sentido de esa flecha?

Antes de eliminar o sustituir una flecha, podemos intentar redireccionarla. Cambiar la forma en que la miramos, para que apunte a algo que conecte mejor con lo que estamos necesitando. Para esto, podemos recurrir a una de las prácticas del Encantador de Bestias: reframing.

Eliminar flechas de nuestra vida tiene consecuencias. Cada una, cuando apunta en la dirección correcta, impulsa nuestra gran flecha. Y sin esos grandes y pequeños impulsores, nos quedamos sin fuerzas para avanzar...

Redireccionando flechas con un reframe.

A veces somos nosotros mismos los que nos privamos de llenar nuestra vida de sentido.

Hay iniciativas a las que no les damos lugar, porque nos decimos que no tenemos tiempo, o que hay cosas más importantes. Y creo que ahí fallamos... Muchas veces, esas son flechas que podrían empujarnos justo hacia donde queremos ir.

A mí me pasa con un montón de hobbies e intereses: café de especialidad, guitarra, tenis, relojes. Meterme de lleno en esas cosas me da vida. Me hace sentir que estoy aprendiendo, y que la vida se está moviendo en una dirección que me entusiasma.

Es fácil desmerecer una pasión desde el punto de vista económico. Pensamos que tendríamos que priorizar el trabajo o hacer “cosas serias”. Pero al hacerlo, dejamos de lado cosas que —en su justa medida— pueden ayudarnos a disfrutar mucho más de la vida.

Cuando se trata de decisiones profesionales, algunos dicen: “seguí lo que te apasiona”. Otros dicen que eso es una receta para la frustración.

Yo encuentro algo de verdad en cada mirada. Y creo que, como en casi todo en la vida, no es blanco o negro. Es más bien una gama de grises.

Hoy, la perspectiva que a mí me funciona es esta: Dale lugar a tus pasiones.

Capaz coincide que podés vivir de eso. Pero si no, asegurate de que, en tu vida, esas flechas sigan vivas.

Porque al final del día, una vida con sentido no es solo una gran flecha apuntando al lugar correcto.

Es un conjunto de flechas, grandes y chicas, empujando en la misma dirección.

— Rodri

Para masticar...

¿Qué flechas le faltan a tu vida, y cuáles necesitan un nuevo rumbo?

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