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Objetivos, métricas, SAR y el sentido de la vida

Objetivos, métricas, SAR y el sentido de la vida

¡Hola! 👋

Para cortar la semana, te comparto 5 cosas que me dejaron masticando y 1 pregunta para masticar:

  1. Jordan Peterson hablando sobre la necesidad de tener algo a lo cual apuntar:

    Muchas emociones positivas dependen de tu percepción personal de que te estás acercando a un objetivo valioso. No de que lo hayas alcanzado”.

    Es fundamental contar con metas que nos den dirección. Cada avance, cada logro, nos llena de energía y nos motiva a seguir adelante. Ese sentimiento de progreso es esencial para nuestro bienestar. Pero no cualquier objetivo nos inspirará de esta forma: debe ser algo que verdaderamente valoremos. Esto me lleva a considerar un factor esencial a la hora de establecer metas en equipos y organizaciones: el valor intrínseco que estas metas tienen para los integrantes. Su nivel de compromiso, energía y entusiasmo será directamente proporcional al valor que atribuyan a la meta propuesta.

  2. Simon Sinek hablando sobre el papel crucial de las métricas y la relevancia del contexto que rodea al objetivo:

    Los hitos que alcanzamos nos hacen sentir que estamos progresando. Por eso las métricas (hitos) son realmente importantes. Sin embargo, lo más crucial es el contexto. ¿Con qué fin? Necesitamos entender el contexto y el propósito de ese objetivo”.

    Antes tenía una relación complicada con las métricas. En ocasiones, parecían arbitrarias, como si estuvieran midiendo aspectos irrelevantes de la organización. Pero he llegado a comprender que las métricas, siempre y cuando se enmarquen en el contexto de un objetivo con un propósito significativo y que realmente nos importe, nos permiten tomar conciencia del progreso que vamos logrando. Y como señalaba Jordan Peterson, eso nos proporciona esa vital inyección de energía.

  3. La respuesta de Viktor Frankl a la pregunta: ¿Cuál es el sentido de la vida? (del libro “Man's Search For Meaning”)

    Dudo que haya algún médico que pueda responder a esta pregunta con nociones generales, pues el sentido de la vida difiere de un hombre a otro, de un día a otro y de una hora a otra. Por tanto, lo que importa no son las formulaciones abstractas, sino el sentido concreto de la vida de un individuo en un momento dado. Plantear la cuestión en términos generales equivale a la pregunta que se le hizo a un campeón de ajedrez: «Digame, maestro, ¿cuál es la mejor jugada de ajedrez?». Sencillamente, no hay contestación posible; nunca se dará una buena jugada, o la mejor jugada, sin la referencia a una determinada partida y a la personalidad del oponente. Así ocurre con la existencia humana; no deberíamos buscar un sentido abstracto a la vida, pues cada uno tiene una misión o un cometido que cumplir. Por tanto, no puede ser reemplazado en su función, ni su vida puede repetirse: su tarea es única como es única la oportunidad de realizarla.

    Si consideramos, pues, que toda situación plantea una cuestión que solo la persona puede responder, el sentido de la vida también puede entenderse desde el ángulo opuesto. En última instancia, el hombre no debería cuestionarse sobre el sentido de la vida, sino comprender que es a él a quien la vida interroga. En otras palabras, la vida pregunta por el hombre, cuestiona al hombre, y este contesta de una única manera: respondiendo de su propia vida y con su propia vida
    ”.

    La clave no está en encontrar una única respuesta permanente que defina el sentido de nuestra vida. Más bien, se encuentra en tomar consciencia y valorar aquello que en este preciso momento le da sentido y propósito a nuestra existencia. Este significado puede cambiar con el tiempo, y eso es totalmente natural.

    Nuestro propósito actual puede considerarse como el objetivo más valioso a alcanzar. Al establecer hitos que reflejen nuestro avance, nos volvemos conscientes de nuestra evolución. De esta forma, al comprometernos con nuestro propósito y al experimentar las emociones positivas que nacen de nuestros avances, vamos llenando nuestra vida de sentido, que se renueva y adapta a medida que crecemos y cambiamos.

  4. El neurocientífico Andrew Huberman explicando el SAR (Sistema Activador Reticular).

    El SAR, Sistema Activador Reticular, se encarga de filtrar y procesar la información sensorial que llega al cerebro, determinando qué estímulos son relevantes y merecen atención. Es responsable de que empieces a ver autos rojos por todos lados cuando recién te compraste uno. Podemos aprovechar el SAR para lograr nuestros objetivos al definirlos de manera precisa y específica, lo cual ayuda al cerebro a reconocer las señales y oportunidades relevantes.

    Otro uso interesante es el potencial para masticar mientras dormimos. Podemos formular una pregunta específica relacionada con uno de nuestros objetivos, reflexionar brevemente sobre ella y escribirla en un papel que dejaremos junto a la cama antes de ir a dormir. Luego, prestaremos atención a los sueños y a las ideas que surjan, y las anotaremos tan pronto como nos despertemos. Quién sabe... quizás aparezca algún auto rojo en nuestros sueños.

  5. Donde va la atención, va la energía”. — Tony Robbins.

    La relación entre nuestra atención y nuestra energía es crucial. Al dirigir nuestra atención hacia objetivos con un propósito definido, logramos canalizar de manera efectiva nuestra energía para su cumplimiento. Por otro lado, si nos dejamos distraer y nos enfocamos demasiado en lo negativo, nuestras limitaciones y en aquello que escapa a nuestro control, nuestra energía se dispersa.

Para masticar...

¿Qué objetivo valioso estás persiguiendo?